Basado en hechos reales:
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Marmellaaaaaaargh! |
En España hay más de
3.000 pueblos totalmente despoblados y olvidados, y si perduran los tiempos que
corren, muy pronto habrá ciudades desoladas. Lo curioso es que dada la crisis
muchos ayuntamientos ponen a la venta estos pequeños núcleos urbanos para ser
adquiridos por valientes compradores. Actualmente este fenómeno es todo un
“bum” y por ejemplo, en Cataluña se puede encontrar una lúgubre aldea por el
módico precio de 250.000 euros. Lo que no se imagina el comprador (o seguro que
sí) es que la reforma del solar y del inmueble puede cuadriplicar el capital
inicial. Por esta razón, el 80 % de los interesados son extranjeros en especial
noruegos, ingleses, franceses y rusos; y si este mercado no lo para nadie pronto
veremos en nuestras pistas forestales inquilinos cazando tórtolas con un
Kalashnikov.
Marmellar y su leyenda
negra:
El pueblo abandonado de
Marmellar se ubica en la frondosa sierra del Montmell, en Tarragona y se sitúa
en una especie de valle tapado por la vegetación que impide localizarlo a
simple vista. Se da fe de este hecho ya que aunque se contaba con las
indicaciones de un oriundo de la urbanización colindante, la fantasmagórica
Atalaya Mediterránea, estuvimos caminando unas tres horas en círculo sin
encontrar dichas ruinas agotando nuestros víveres.
Cuando finalizó la guerra civil española, los ciudadanos de Marmellar empezaron a abandonar sus casas por los motivos clásicos de aproximarse a las grandes ciudades y porque según cuentan; la tierra de la cual vivían los lugareños era propiedad de hacienda y se asignó un agente rural para cuidar esa zona. Ese control por parte de hacienda originó injustas multas y un malestar progresivo que desembocó a que el pueblo quedara totalmente desértico.
Pero la leyenda maldita de Marmellar no se establece en tiempos remotos sino en la cercana década de los 90. En el año 1993 y con un país compungido por los atroces crímenes de Alcácer, unos cazadores encontraron el cadáver calcinado de una mujer con una edad comprendida entre los 20 y 30 años. El cuerpo se hallaba dentro de la fosa del sacerdote de la mismísima iglesia abandonada de Marmellar. Antes del asesinato, esta pequeña urbe desolada era célebre por ser un lugar predilecto para la celebración de ritos satánicos. A día de hoy aún se pueden leer algunos escritos demoníacos por las paredes de la zona; por lo que no se descarta que la mujer hubiera sido asesinada en mitad de una misa negra.
Cuando finalizó la guerra civil española, los ciudadanos de Marmellar empezaron a abandonar sus casas por los motivos clásicos de aproximarse a las grandes ciudades y porque según cuentan; la tierra de la cual vivían los lugareños era propiedad de hacienda y se asignó un agente rural para cuidar esa zona. Ese control por parte de hacienda originó injustas multas y un malestar progresivo que desembocó a que el pueblo quedara totalmente desértico.
Pero la leyenda maldita de Marmellar no se establece en tiempos remotos sino en la cercana década de los 90. En el año 1993 y con un país compungido por los atroces crímenes de Alcácer, unos cazadores encontraron el cadáver calcinado de una mujer con una edad comprendida entre los 20 y 30 años. El cuerpo se hallaba dentro de la fosa del sacerdote de la mismísima iglesia abandonada de Marmellar. Antes del asesinato, esta pequeña urbe desolada era célebre por ser un lugar predilecto para la celebración de ritos satánicos. A día de hoy aún se pueden leer algunos escritos demoníacos por las paredes de la zona; por lo que no se descarta que la mujer hubiera sido asesinada en mitad de una misa negra.
La mujer fue quemada encima
de un colchón antes de ser trasladada a la tumba del cura de la iglesia y
también tenía los dedos de las manos seccionados como si los asesinos hubieran
querido eliminar pruebas o si la parte amputada formara parte de algún tipo de
ofrenda diabólica. Lo curioso del caso, es que actualmente nada más entrar en el
pueblo, en la primera casa a la derecha se hallan unos restos quemados de un
colchón, dando un poderoso tono insano al lugar. Muchos son los testigos que han
visto a altas horas de la madrugada a personas que se acercaban al pueblo en
coches de alta gama y con atuendos idóneos para este tipo de celebraciones
negras. El punto álgido del caso es que nunca se pudo identificar a la víctima aunque
se sospecha que se trate de una prostituta de la zona pero lo que es más grave
es que tampoco se ha podido detener a los asesinos. Esto significa que hace ya
20 años que corren entre nosotros unos asesinos sin identificar.
El segundo crimen fue
mucho más estremecedor ya que la víctima era una conocida de la zona y esta vez
sí que había nombre y apellidos en el caso. En febrero del 1996, un agricultor
encontró el cadáver de Ana María Marín de 19 años debajo de una puerta
abandonada en un bosque cerca de Marmellar y de la urbanización Atalaya
Mediterránea. La víctima trabajaba en una solitaria gasolinera de la zona y en
el momento de su hallazgo presentaba parte del cráneo aplastado y claras evidencias
de haber sido estrangulada. Actualmente la gasolinera aún permanece en la zona
y como sucedió en el anterior crimen, se desconoce la autoría.
Cuaderno de bitácora:
Una mañana de viernes nos
dispusimos a realizar el típico campo a través por la sierra verde del
Montmell, a espaldas de las montañas de Montserrat donde el nazi Himmler perdió
la chancla buscando el cáliz de cristo. Siguiendo nuestro camino imaginario
hacia Marmellar, cada cinco minutos nos fuimos encontrando unas manchas de
sangre en el terreno y se supuso que pertenecían a algún jabalí herido al ser
alcanzado por el disparo de algún cazador.
Ya con la tontería detrás
de la oreja, nuestra sorpresa fue mayúscula cuando empalmamos un camino de
cabras con una carretera totalmente asfaltada, alcanzando la fantasmagórica
urbanización de Atalaya Mediterránea. Esta urbanización de diez chalets, la mitad derruidos o tapiados, disponía de un parque infantil que más que
un lugar de ocio para la infancia parecía más una zona de pruebas nucleares. Sin embargo, llegamos a la urbanización faltos de agua y
nos vimos obligados a llenar nuestras recicladas botellas en una manguera que
se ubicaba detrás del famoso parque infantil. Aquella agua era veneno amasado
pero era lo único que disponíamos a nuestro abasto.
En la misma urbanización,
llegamos a un mapa de la zona que se situaba junto a unos buzones totalmente
destruidos pero encontramos vida al final de la calle. Estuvimos
observando con esmero como se nos acercaba paulatinamente una octogenaria con
un extraño caminar. Cuando empezamos a sentirnos amenazados, la señora alzó su
rostro, viró 180 grados y huyó de nosotros como si en aquel instante hubiera
aprendido un curso acelerado de Parkour. De pronto, surgió el hijo de esa
señora de algún lugar inhóspito y con un extraño semblante. Muy amablemente nos comunicó las indicaciones necesarias para llegar a Marmellar.
The ghost urbaniseison |
Actualmente he leído por
la web a personas que afirman que en esta urbanización solo hay jolgorio y algarabía. Dios me libre… efectivamente había un Dina4
colgado en un tablón de anuncios que anunciaba la celebración de las clásicas
fiestas de la urbanización donde iba a pinchar como DJ un tal “Peperoni”. Supongo que
un viernes a las 16 horas de la tarde era mala hora para encontrar ser vivo
alguno a excepción del androide T-1000 transformado en una amable octogenaria
que localizamos en una de las viviendas.
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El T-1000 viene del pasado. |
Al avanzar nuestro camino
fuimos aumentando el halo de misterio y nos topamos con una impresionante
antena del tamaño de un polideportivo, con cámaras de seguridad y con un
amenazante cartel. La antena es propiedad de Aena pero aquella construcción nos
parecía más un sistema pionero de
detector de Ovnis sacado de la película Contact. La realidad es que una antena
de tales dimensiones construida en medio de una urbanización medio abandonada y
con un acceso realmente difícil, te lleva a pensar cualquier tipo de opción
“conspiranoide”.
Hacía Marmellar:
Finalmente encontramos el
camino correcto que nos llevaría hasta Marmellar pero no sin encontrarnos un
duro escollo por la vía que retrasaría aún más nuestra llegada al pueblo. A 50
metros de nosotros apareció un agricultor que nos indicó agresivamente que
saliéramos “de estar cerca” de su propiedad porque iba a llamar a la policía.
Investigando sobre este famoso personaje, se puede decir que con
nosotros fue amable ya que este individuo en anteriores ocasiones suele
amenazar a tiro de escopeta. Sin embargo, teníamos dudas de que ese camino
fuera el correcto ya que encontramos visibles señales de propiedad privada, seguramente bien puestas por el “pagés”, con la finalidad de ahuyentar a los
extraños.
En medio de las amenazas
e insultos me armé de valor y le consulté si íbamos bien dirigidos hacia
Marmellar haciendo caso omiso a sus improperios. Conseguí que me dijera que sí
y el caballero viendo que nos estaba ayudando y que estaba siendo demasiado
amable, retornó a su modo hostil y prosiguió con sus amenazas aún
estando a varios km de nosotros.
No se puede culpar a ese
hombre de su malhumor ya que debe haber vivido toda su vida en esa zona y
supongo que tiene que estar hastiado de todo lo que habrá visto transitar por
ese camino. Sectas, policías, asesinos y gamberros habrán sido su pan de cada
día. La verdad que los dos contactos humanos que nos topamos demostraron una
desconfianza desmesurada.
Por fin llegamos a
Marmellar pero se nos hizo bastante tarde y nuestra visita fue rápida. Efectivamente,
en la primera casa nos encontramos el famoso colchón quemado y en la iglesia
hallamos la desgraciada fosa donde se encontró el primer cadáver de aquella
mujer sin identificar.
No teniendo suficiente emoción, me enfilé por las tortuosas y poco seguras escaleras que dirigían hacia lo alto del campanario. No está de más alertar que cualquier caída en solitario por aquellos parajes no es plato de buen gusto, o también puedes arriesgarte a que esa misma noche puedan encontrarte los amigos de lo diabólico y quieran sustituirte por la gallina que llevaban en su usufructo para el rito de turno. La seguridad es lo primero.
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La misteriosa desaparición de la barandilla. |
En vista de que oscurecía
y que quedaba la zona de las viviendas por visitar, me dirigí en solitario por las
casas donde moraban los antiguos ciudadanos del pueblo. Habría más de doce casas separadas
por pequeños caminos y todas ellas con los tejados hundidos que se sostenían en
antaño gracias a unas bigas de madera. Las casas conservaban los antiguos
hornos (si es que lo son) y aún permanecían en pie los tabiques que separaban
las diferentes estancias.
Recuerdo una casa en
especial. Aquella vivienda que disponía de una especie de sótano inundado de agua. Me extrañó ver aquel sótano anegado de agua ya que hacía días que no
llovía y el resto de viviendas permanecía igual de árido que el terreno que
pisábamos. En ese agujero lleno de agua había diversos troncos clavados en
vertical hasta el fondo del sótano. Me marché de aquella casa con un leve mal fario pensando que hubiera pasado si hubiera quitado los troncos del inundado
sótano. Probablemente hubiera caído por el peso dentro de aquella balsa llena de cachipollas y demás dípteros llevándome un buen susto.
Cerramos el chiringuito y
volvimos sobre nuestros pasos con la suerte de que aquel hombre que había
interrumpido nuestro camino ahora estaba por otros menesteres.
Sorpresa final:
Cuando llegué al hogar estuve
visionando un par de veces el material recogido con el fin de distribuirlo
entre mis compañeros de andanzas sin apreciar nada anormal. Pero en una última
repasada me di cuenta que en un instante puntual, una especie de vocecilla se
asomaba justo al entrar en una de las casas de Marmellar. Efectivamente donde se escuchó la voz pertenecía a la casa del sótano inundado. No se identifica el significado y aparece
en el segundo 0:17. El vídeo continua pero aparezco vociferando incongruencias y es conveniente permanecer en el anonimato para evitar la visita de los clásicos hombres de negro. Es irrelevante que afirme que en el vídeo no hay edición
alguna pero antes de aventurarme en algo “extrasensorial”, lo más probable es
que lo haya hecho yo mismo inconscientemente, lo que los expertos llaman
ventriloquia subliminal. Sí, hablo solo. Aún así no deja de ser curioso. La
verdad está ahí… pero ahí, ahí.