En mis mundos de piruleta cinefílica, con mucha diversión a
raudales, de vez en cuando dejo que se cuele alguna película de aquellas que al
finalizar no te deja indiferente. Que acabas un poco jodido. Son películas con
historias repulsivas rodadas de forma admirable. Cintas que uno prefiere ver
sólo una vez, a sabiendas que este enunciado puede hundir sus ventas en formato
doméstico (ja).
Se podría denominar esta lista como una especie de podio
sobre dramas psicológicos totalmente subjetiva y por supuesto, no completa dada la pobre retención de mi memoria y a los radicales libres. Soy consciente que hay un amplio catálogo sobre contenido “brutote” por el celuloide como pueden ser A Serbian
Film (2010), I Spit on your grave (1978) (2010), Saló o los 120 días de Sodoma
(1975) y hasta a su manera podrían entrar pelis más comerciales como Eden Lake
(2008) o United 93 (2006). Sin embargo, para su confección he tenido más en cuenta hechos más
sociales, más cercanos, más comerciales ya que dudo que la población para
navidad se vaya regalando Bluray’s de A Serbian Film. Aunque todo puede ser.
Fassbender estaba jodido en Eden Lake |
Para un servidor la lista confeccionada me despierta tal furia que es como si la espada de Wallace me surgiera de la bragueta para impartir mi
propia justicia en esas lides. También el espíritu de Charles Bronson me
aflora.
Pero lo peor de este subgénero social es que muchas historias están
basadas o adaptadas a partir de hechos reales. Relatos auténticos donde aflora una agresividad humana
inexplicable.
Una parte de la psicología está de acuerdo que nuestra agresividad es innata, que viene de fábrica como cuando sonríe un recién nacido. Y este aspecto se defiende por motivos de supervivencia y de territorialidad. Sin embargo, otra parte de la psicología afirma que la violencia humana proviene de un aprendizaje social y que la anterior teoría es una excusa barata para escaquearse de la culpabilidad de los hechos. Según este último colectivo cuando una persona o animal experimenta dolor, el acto que desencadena a posteriori es ira y este suceso activa nuestra agresividad. Por esta razón hay un alto porcentaje de Ted Bundy’s provenientes de familias desestructuradas donde estos hijos lo único que han vivido ha sido dolor y frustración. La familia o el entorno pueden inducir a este tipo de aprendizaje agresivo. Por eso os digo que le pongáis a vuestros hijos más Qué bello es vivir y no Martyrs.
Una parte de la psicología está de acuerdo que nuestra agresividad es innata, que viene de fábrica como cuando sonríe un recién nacido. Y este aspecto se defiende por motivos de supervivencia y de territorialidad. Sin embargo, otra parte de la psicología afirma que la violencia humana proviene de un aprendizaje social y que la anterior teoría es una excusa barata para escaquearse de la culpabilidad de los hechos. Según este último colectivo cuando una persona o animal experimenta dolor, el acto que desencadena a posteriori es ira y este suceso activa nuestra agresividad. Por esta razón hay un alto porcentaje de Ted Bundy’s provenientes de familias desestructuradas donde estos hijos lo único que han vivido ha sido dolor y frustración. La familia o el entorno pueden inducir a este tipo de aprendizaje agresivo. Por eso os digo que le pongáis a vuestros hijos más Qué bello es vivir y no Martyrs.
Como es un tema espinoso y me he permitido el posturear términos psicosociales sin tener ni idea, empecemos este ranking un poco duro:
5. Carrie (1976) de Brian de Palma / Carrie (2013) de
Kimberly Peirce.
¿Carrie? Sí, my friends. Poco hay que comentar de estas cintas
nacidas de la obra de Stephen King. Nunca pensé que la escena telequinética del
baile como cuando Carrie cumple su escabechina o la escena final del entierro fueran los momentos donde yo aposenté mi tranquilidad. El
ataque sistemático a Carrie como por ejemplo la escena de la
menstruación y/o la loca de la madre convenciéndola de que es una inútil, me tocaron bastante la fibra. Pero donde llegó el culmen de
mi sufrimiento fue el ver a Carrie con una sonrisa; con una ilusión de por fin
sentirse viva (e integrada) cuando un chico muy majo la invita al baile. Y después llega el cubo. Un cubo que no contenía la misma sustancia que el recipiente de la
película de Flashdance. No importa la versión de Palma o de Peirce, en las dos películas siento como la espada de Wallace se empieza a asomar para perpetrar castigo. Me da pena la chica, hoyga.
4. Tenemos que hablar de Kevin (2011) de Lynne Ramsay.
Decía
un usuario de Filmaffinity que ver esta cinta “era el mejor método
anticonceptivo”. La peli es una adaptación de una novela con el mismo título
escrita por Lionel Shriver y el film está protagonizado por Tilda Swinton que
interpreta a la madre del susodicho cabroncete, que es Kevin.
La película comienza con unos planos de felicidad de la
madre, disfrutando de la vida, hasta que queda embarazada. Ella asume el vuelco
que ha dado su vida y acepta su nuevo rol de madre pero Kevin ha nacido
expresamente para destrozarle la vida mientras el padre de familia permanece
impasible a los ataques. Aparecen escenas realmente simbólicas como cuando la madre se
acerca con el carrito del bebé a una obra donde suena un martillo neumático porque el
niño no para de llorar. El sonido de la obra para ella es como música clásica. O cuando un
Kevin ya adolescente se come un lichi con sorna delante de la madre en referencia
a la pérdida de un ojo de su hermana pequeña. Y así unas cuantas hasta llegar a
la brutal escena donde Kevin arruina por completo la vida de su madre, aunque
después haya una gran escena final donde psicológicamente el personaje de Tilda
Swinton, gana.
Tenemos que hablar de Kevin nos transmite aspectos
discutibles como por ejemplo esa especie de “obligación” que existe de ser padres en algún momento de
nuestras vidas o esa costumbre de razonar el porqué del mal, cuando puede que
sea innato. Ahí está el debate sobre la creencia de la existencia del gen del
mal.
3. Funny Games de Michael Haneke (1997) / (2007).
Película
masoquista donde el espectador va a ver durante 1:50 minutos como dos jóvenes golfistas
torturan psicológicamente a una familia de clase media-alta. Toda la cinta es
un espectáculo desagradable pero bien filmado. Uno no sabe porque está aguantando la película pero sigue ahí, compartiendo la esperanza de que alguien se escape y pueda pedir ayuda. A parte
la cinta en un par de ocasiones rompe la cuarta pared, lo que transmite al
espectador que sea cómplice de tal atrocidad. Recordemos la surrealista escena
del mando a distancia.
Funny games (2007) |
La película empieza por una discusión de unos huevos rotos
hasta llegar a la amenaza por parte de los secuestradores de que antes de las 9 de la mañana del día
siguiente, la familia habrá muerto. Es un film duro, violento y deprimente pero
imprescindible. Es más, suena un poco perturbado pero de toda la lista, puede
que sea la más divertida.
Funny Games (1997) |
AVISO, FOTOS DURAS A CONTINUACIÓN. Y SPOILERS OBVIOS.
2. Boys don’t cry
(1999) de Kimberly Peirce.
“Aunque seas medio hombre o medio mono, voy a
sacarte de aquí”. Sin duda, lo peor de este género social es que películas como
Boys don’t cry estén basadas en hechos reales.
Hilary Swank obtuvo el óscar a mejor actriz y Chloë Sevigny estuvo
nominada a mejor actriz de reparto por esta cinta. Sin duda, el tema actores
(también con Peter Sasgaard en el elenco) es el punto álgido de la película.
Arriba, Chloë Sevigny y Hilary Swank en Boys don't cry. Abajo, Teena Brandon y Lana como la vida misma. |
La trama se basa en la historia de Teena Brandon, una chica
de 21 años que se siente hombre y que sólo busca la felicidad que no ha
encontrado en su ciudad natal, marginada por su propia sexualidad. Teena se
desplaza a un pueblo rural y conservador, Falls City (Nebraska) y cambia de
orden su nombre a Brandon Teena. No
tarda en hacer amigos en su nuevo destino pero éstos son un poco problemáticos y
varios de ellos exconvictos. Todo va bien hasta que conoce a Lana (Chloë
Sevigny) de 19 años de la cual se enamora perdidamente con todo lo que su sexualidad acarrea. Pero Lana también se enamora de Teena y mantienen una relación de amor profundo. Todo sigue su curso hasta que el resto del grupo acaba
percatándose de que Teena posee genitales femeninos. El resto es historia.
Historia real.
Arriba los asesinos John Lotter y Toom Nissen. Abajo, Peter Sasgaard y Brendan Sexton en sus papeles en Boys don't cry |
Teena Brandon existió hasta que fue asesinada por unos
paletos americanos en el 1993, no muy lejos. En una nochebuena, los dos
“amigos” del grupo (John Lotter y Tom Nissen) forzaron a Teena a mostrar sus genitales en público para
demostrar su sexualidad, después la violaron en un polígono industrial. Teena
denunció el abuso a la policía de Falls City pero el agente encargado del caso, Charles Laux, se
interesó más por su sexualidad que por protegerle/la, tal y como muestra muy
bien el film. Espero que este agente ya esté criando malvas mientras escribo.
Al enterarse de la visita de Teena a la comisaría, Lotter y Nissen van en su busca y la asesinan junto a la pareja que le daba cobijo para asegurarse de que
no haya testigos. Todo esto delante del hijo pequeño de la pareja. Lotter
fue condenado a pena de muerte y Nissen a cadena perpetua.
Lo que más toca la patata son las reacciones vergonzosas de
las partes al emitirse la película. La madre de Teena Brandon se acordó de su
hija de sopetón y le pareció todo muy molesto. Se quejó hasta del discurso de Hilary Swank
al recoger el premio porque ésta se refirió a ella como Brandon Teena en vez de
Teena Brandon. También se quejó de que en el film no se hacía mención de que Teena
había sufrido un abuso sexual de niña y que este suceso le provocó el hacerse lesbiana,
en pocas palabras. Me gustaría saber dónde estaba la madre en el momento del
abuso y si está probada científicamente la teoría causa-efecto en temas de
homosexualidad porque entonces reduciría mi ingesta de plátanos por la de
kiwis. Por si acaso, a ver si de comer tanto plátano... (sarcasmo modo on).
Hasta el pueblo de Falls City se molestó por el film porque
reflejaba a los oriundos del lugar como desgraciados alcohólicos. Aunque
escuchando a su gran agente de policía se dan pocas muestras de lo contrario. Si domináis el inglis aquí está el interrogatorio.
1. An American crime (2007) de Tommy O’ Haver.
Horrible. Película
protagonizada por unas colosales Ellen Page y Catherine Keener.
Por motivos de trabajo, unos padres feriantes dejan a sus dos hijas a cargo de una supuesta persona de confianza. Esta persona es Gertrude Baniszewski, madre
soltera con siete hijos y seis abortos. Las dos niñas, Sylvia Likens de 16 años
y su hermana Jennifer, permanecerán en casa de esta señora a cambio de 20
dólares semanales para su manutención. Hablamos de la década de los 60. Pero
todo cambia cuando se retrasa uno de los pagos. Gertrude la toma con las niñas y azota a Sylvia Likens con una
especie de pala. Además Sylvia sugiere que no golpee a su
hermana porque está enferma de poliomelitis y que le azote a ella por su hermana. En otra ocasión, Gertrude pregunta
a Sylvia porque pasa tanto tiempo en una tienda de alimentos. Sylvia le
responde que entrega botellas vacías en la tienda para ganarse unos dineros extra. Gertrude no la cree y le
obliga a meterse por la vagina una botella de Coca-Cola delante de sus siete hijos.
La botella se rompe y la niña se hiere.
Gertrude Baniszewski y Richard Dean Hobbs (15 años), otro torturador |
Los abusos siguen y para no escucharla gritar, esconde a
Sylvia en un sótano. Ahí es maltratada no sólo por la madre, sino por todos los
hijos y por los chavales (y chavalas) del barrio. Ese sótano se convierte en un punto de
reunión de los chavales para dar palizas y hacerle otras barbaridades a la niña mientras todo el grupo se lo pasa bien. Todo esto es orquestado por la madre. Un día, la alimaña Gertrude llegó a tatuar a la pobre niña con una aguja, “soy prostituta y estoy orgullosa de serlo”.
Como era de prever, un día al
limpiarla con una manguera se dieron cuenta de que Sylvia Likens no se movía, ya no respiraba.
En fin, gente que no debería haber nacido aparecen todos los días. Lo curioso
es que aquellos chicos y chicas tenían entre 13 y 15 años, y en el juicio se
les preguntó por qué no hicieron nada al respecto para ayudarla. A lo que respondieron un “No lo sé,
señor”.
Tras su visionado, la cinta acarrea un mal cuerpo bastante
importante y más si uno investiga el suceso real, ya que verá que la película comparada con la realidad se
queda bastante corta. Este crimen está considerado como el peor asesinato del estado de Indiana y cuando
salió a la luz en su época, todo Estados Unidos quedó horrorizado.
Existe otra película
basada en este suceso llamada The Girl next door, que es más dura pero más
barata, según la web, aunque yo con esta versión ya tengo suficiente.
36 años más tarde su hermana Jennifer en una misa por su hermana, Sylvia. |
Si tenéis y aconsejáis alguna película “chunga” de este
tipo, será bien hallada.