domingo, 26 de marzo de 2017

Mi participación en el programa "Juego de Niños" (1989)

 

En estas fechas tan lúdico-festivas siempre viene bien un poco de retrospección, de calidez con la gente y de explicar hazañas personales al lector y lectora, a modo de abuelo del anuncio de Werther's original. 

Corría el año 1989 y contaba con la virginal edad de 7 años, y mis sendos padres, amablemente, me invitaron a participar en el célebre programa de La1 (el primer botón del mando), Juego de Niños. Y cito, me invitaron amablemente porque por mi intervención nos embolsábamos unas 10.000 pesetas que como el lector puede divisar, no vi ni un duro. Se supuso unilateralmente que con mis cortos siete años ya tenía que pagar por mi manutención y estancia con carácter retroactivo. A pesar de todo y a modo de emolumento, me obsequiaron con un aborto de figura llamado gallifante, que era mitad gallo y mitad paquidermo. Mi imaginación hizo el resto con el muñeco y me di por saldado.




Mi premio al esfuerzo
Juego de Niños contó con cuatro presentadores desde el 1989 hasta el 1991. A mí me tocó Ignacio Salas que era aquel que hacía una especie de dupla humorística con Guillermo Summers.


Adelanto que no fui uno de esos agradables infantes que mediante su verborrea pueril debían dar pistas al concursante para adivinar la palabra escondida, sino que hice de azafato, de chico florero o como cita el recibo, de auxiliar artístico. Mi aparición fue igual de escasa que mi memoria pero recuerdo como si fuera ayer cuando tuve que portar un mega gallifante metálico hecho de una aleación de plomo y hierro que pesaba como un muerto. Aparte, dada mi estatura, no alcanzaba la superficie de la mesa, cosa que me obligaba a levantar a plomo (nunca mejor dicho) el aborto de figura a la par que debía mantener el equilibrio al subirme a un peldaño para alcanzar a los concursantes. Un show. Por aquella época no teníamos tantos derechos y gracias a este suceso, sobre todo cuando llueve, me aflora un dolor similar al del codo de tenista. La solución de la productora a tal contratiempo fue la siguiente: empezar a grabar cuando la mitad de la peana del mega gallifante ya estuviera bien apoyada en la mesa y así yo salir airoso físicamente de la permuta. Como veis son estrategias cinematográficas muy al estilo Spielberg.



Qué gracia el "sellaco" de TVE y !con un IRPF de sólo el 10 %.¡

Pero si hay algún momento que a día de hoy, me sigo partiendo el boniato al recordarlo, es aquel en que mi señora madre me sugirió que en la entrega de premios les comunicase a los concursantes una enhorabuena y les lanzase un besito al aire cual Cupido. En el clímax del vídeo se escucha mi voz femenina felicitando a los participantes. Sin embargo lo que mi progenitora no calculó es que podía soltarles una enhorabuena a los concursantes que habían sido derrotados estrepitosamente como así sucedió. Les felicité por perder. Me faltaba acompañar la palabra enhorabuena, con alguna otra, estilo lerdos o inútiles para llenarme de gloria. Sin embargo, todo quedó en la inocencia de un niño y me llevé un Muchas gracias corazón propinado por la bonita actriz Natalia Dicenta; y de milagro no me llevé un beso de esta señora por la altura del puto peldaño antes mencionado. Y me cabrea bastante porque la chica era muy maja.

Conocí a Natalia Dicenta y al mago Magic Andreu. Recuerdo que nos hizo un truco de magia y se pasaba pelotitas de una mano a otra y también las hacía desaparecer. Yo lo flipaba pero le hicimos repetir tantas veces la argucia que un poco más nos hace desaparecer a nosotros del cabreo.



No hace falta mencionar el duro casting que sufrí para llegar a tal cometido. Creo que éramos más de 5.000 niños que luchábamos por el puesto y gracias a mi chispa pude ganar al resto. Es broma¡ ¿que vivimos en Spain? Mi tía conocía a la que llevaba el cotarro y me enchufaron directamente sin pruebas ni leches chafando las ilusiones de otros niños. Como debe ser. ¿Casting? Ja,ja…



Aun así, la señora que nos escogió para azafatos se hizo un Thug Life del bueno porque la azafata femenina se llamaba Edurne. Éramos Edu y Edurne, que cachondos. De esta niña tan agradable, Edurne, nunca más se supo y dudo que sea la de Operación triunfo (sí, seguro). Y por eso, Edurne, si ves el vídeo y te quieres poner en contacto conmigo, no lo hagas, da igual. No sabría que decirte.
Sin más preliminares, llega el momento de mostrar mi estrellato.



Y después de este post muy diferente a lo de siempre, desearos felices fiestas y 
que el año que viene vaya mejor que éste. Aunque creo que lo tiene bastante fácil. Un abrazo.