Llevo días explorando una habitación que la última vez que
entró alguien ya no pudo salir. Y con ese miedo típico de que
al apartar una caja, me aparezca un portal interdimensional, he podido
localizar verdaderas reliquias. Entre estas antiguallas, he hallado varias
revistas que fueron publicadas en los años 1923 y 1924.
Este material se titula
Mundo Gráfico y fue una revista muy
popular que salía al mercado los miércoles y se editó entre el 1918 y el 1938. Esta
publicación se comió de lleno la guerra civil y se ve que con las restricciones del
papel la acabaron de sentenciar.
Las que tengo en mi poder, fechan del período
de la dictadura de Primo de Rivera y
como es obvio, este pequeño dictador metió mano en todas las publicaciones de
esta revista. Sin embargo, lo que más me atrae de este hallazgo; es la
publicidad de la época ya que me permitirá chafardear lo que preocupaba a la sociedad
de aquellos años y ver que se cocía en la demografía de nuestros no coetáneos.
He sacado varias conclusiones oteando la publicidad. Observo
que existía una enorme obsesión por la imagen, por la belleza y sin distinción
de géneros. Sorprendentemente, muestra una sociedad interesada en lo
superficial cuando en mi ignorancia supina siempre había imaginado que este tema era
un concepto de hoy pero se ve que no. Aquella sociedad aparte de tener una
ideología denominada vulgarmente como “facha” también tenía cierto anhelo por
cuidar y mejorar la “facha” de la persona. Sí, es un chiste horrendo.
La mitad de los anuncios son relacionados con la estética y
algunos de estos reclamos copan toda la página. Sobre todo si hablamos de la
aparición del cartón por la zona craneal. Lo que en nuestro argot se denomina “eliminar el champú de la compra semanal”. Os enseñaré unas muestras:
Nada que envidiar a los “antes y después” del televenta de madrugada. “Usted podrá llegar a la ansiada curación”. |
Me encanta el calvo subido al cangrejo. Marketing agresivo. |
Cabe afirmar para el neófito que estos potingues eran una patraña
de aúpa y que la solución más efectiva era colocarnos un atractivo bisoñé.
Ahora toca el turno de las damas y de por qué no, sus
pechos. A continuación, veremos unas pastillas crece-tetas que devolvían a la mujer sus hermosos pechos de antaño, ya que gracias a la anemia o a las repetidas maternidades, los senos perdían hermosura.
"Devolver una marmórea frescura” ¿Marmórea? |
Sin embargo, existía una competencia agresiva en materia de
pechamen y el rival comercial no dudaba en citar que aquellas pastillas eran
drogas y que perjudicaban seriamente la salud. ¿Y qué alternativa nos ofrecía?
¡Descargas eléctricas!
Otro curioso anuncio, era el que ofrecía un “Crecedor racional” para lograr una
altitud añadida de un máximo de 8 cm.
O ese gran negocio que corregía
desviaciones nasales mediante breves sesiones durante el sueño. Para un servidor, lo más
importante es que cualquier producto siempre era expuesto con el eslogan: “en nombre de la ciencia”. Una ciencia,
más basada en la superchería y en el efecto placebo que en cualquier investigación
empírica.
Trabajé en esa calle. |
Otro aspecto notorio de los años 20 era la familia. Ya imaginamos cómo funcionaba
el concepto “familia” en aquellos años: Un alto número de hijos, esposa que
cuida y mantiene el hogar, pautas católicas y roles familiares por defecto
(padre de familia que trabaja, etc).
La propaganda nos muestra que un matrimonio sin hijos significaba una derrota social que recaía en gran medida sobre la parte femenina. Menos mal que existía un compuesto vegetal
llamado Lydia Pinkham que activaba el
horno. Es más, para demostrar su autenticidad, el anuncio adjunta una presunta carta de
una usuaria que gracias a este potingue consiguió parir un niño sano después de sufrir tres abortos.
Claro que sí, guapi.
“No
tener hijos deshace matrimonios y causa disgustos” pero pruebe nuestro
tratamiento y volverá a ser la coneja la cual está programada a ser.
También era una época donde las familias tenían problemas para conseguir
una alimentación óptima y la anemia era una fiel compañera que se agravaba en
aquellas mujeres que se encontraban en estado de gestación. Y los niños tampoco se libraban.
El perrito, la madre y Chucky. Qué bonita estampa. |
El hipofosfitos lo petaba. |
Y por último, unos cuantos consejos publicitarios de aquellas
marcas aún vigentes en nuestra sociedad. Por ejemplo, ese licor tan necesario para
nuestras mañanas gélidas.
Aquí tenemos a Colgate, muy útil para potenciar la belleza
de la mujer. El tema higiene y que también es necesario para el género masculino no es vinculante.
Otro alimento útil para evitar la anemia fue el Phoscao, que se trataba de un cacao
soluble, padre del Cola Cao y del Nesquik. En la década de los 70 (o
antes) la marca Phoscao fue absorbida
por Nutrexpa, los del Cola Cao.
Y si después de medio litro de Phoscao, usted no iba al baño, Vichy le proporcionaba una evacuación inmediata.
Y así era el marketing de la década de los años 20. Nada deja de sorprenderme. Un abrazo.