lunes, 13 de julio de 2015

Open Water (2003)


 "Yo quería esquiar”

Película:

Vendida como “El Proyecto de la Bruja de Blair en el agua”; Open Water nos sumerge en la historia de una pareja de novios que decide contratar una tranquila inmersión acuática con más turistas. Ya en pleno buceo, la pareja distraída por los encantos de la fauna marina no percibe que se está alejando lentamente del barco de rescate. 
La excursión finaliza y los organizadores observan como los turistas van subiendo al barco y se disponen a iniciar el recuento. Sin embargo por error contabilizan dos veces a dos de los buzos y según su criterio todos sus clientes ya están en cubierta. El barco se marcha.
Pasados unos minutos, Susan (Blanchard Ryan) y Daniel (Daniel Travis) regresan a la superficie del mar y descubren su macabro destino: han sido abandonados en mitad del océano.
  

El abandono en mitad del océano es uno de esos miedos ancestrales que el humano lleva grabado en su ADN y este trauma es la clave donde reside lo más aterrador de esta historia, ya que Open Water no es ficción sino una adaptación de un trágico hecho real. Sólo el imaginar la soledad, los vómitos provocados por el oleaje, medusas, seres que te rozan y que no ves, frío, calambres... ya hacen de esta vivencia acuática algo realmente estremecedor.
Open Water es una película de supervivencia, un thriller psicológico mal confundido como cinta de terror. No es una película de terror ni mucho menos.

Además el espectador tendrá que poner de su parte e instalarse un software en el cerebro para que tenga latente en todo momento, de que el film se basa en un hecho real, porque el tedio en la primera media hora puede reinar. Aspecto negativo del film si observamos que su metraje es de sólo 1 hora y 15 minutos. 
El film se inicia con la pareja en tierra versando ridículos diálogos pero necesarios para ofrecer al espectador que los novios son adictos al trabajo y que este hecho afecta a su relación. Sin embargo cuando por fin dejamos los problemas conyugales y el aislamiento acuático se hace patente, la película gana mucho ritmo y por fin nos regala esa tensión, ese miedo ancestral que el público (y yo) buscaba. 
Toda esa tensión concluye con uno de los finales más desalentadores del celuloide.


Open Water es otro claro ejemplo de película de bajo presupuesto (costó 120.000 dólares) que triunfó de manera excepcional recaudando casi 59 millones de dólares en todo el mundo. Como suele pasar en estos casos su director Chris Kentis fue al Festival de Hamptons a mostrar su producto, donde los representantes de dicho certamen sudaron de ver la película. Sin embargo, tras su primer pase por el festival de Sundance al director y a la cinta le salieron amigos por todas partes y fue vendida a la productora Lionsgate por dos millones y medio de dólares. 
Del director de la peli, Chris Kentis, poco sabemos pero en el 2011 se aventuró con la película de terror Silent House, filmada en su totalidad con un plano secuencia (con trampas). Un estilo como la sobrevalorada hasta los topes Birdman pero realizada tres años antes. También Chris Kentis dijo que escribiría un guión para una película llamada Indianapolis para la Warner Bros. Una película que le iba como anillo al dedo ya que se basaba también en un hecho real que si tenéis curiosidad el amigo Robert Shaw os lo explicará mejor que yo. 


Tiburones de verdad

El rasgo más sorprendente de la película es su real puesta en escena donde el CGI se muestra ausente. Los pobres actores rodaron las escenas con tiburones de verdad y sin ningún tipo de jaula. Aún así, iban pertrechados con una cota de malla debajo del neopreno por si las moscas. Tampoco la cinta nos ofrece cierto contenido escabroso, la ausencia de gore es total y toda la responsabilidad que evoca el film recae en el miedo psicológico. Como exclamaba el personaje de Susan en el agua “No sé que es peor, si verlos o no verlos (los tiburones)”.


La cinta se rodó en fines de semana y fiestas varias por las costas de las Bahamas durante tres años y está filmada en vídeo digital, lo que nos ofrece una imagen un poco barata, pero sí una especie de textura muy similar al del falso documental. Dado el bajo presupuesto dudo que pudieran instalar pesadas grúas en una zodiac. Esta escasez de medios permitió a su director financiar su propia película con la ventaja de que ningún productor le comiera la oreja mientras realizaba su proyecto. Libertad creativa se le llama. 
Como todo en la vida, el director de Open Water, Chris Kentis, fue ayudado por su señora a sacar adelante el film (guión, montaje…), una tal Laura Lau que además junto con el director son aficionados al submarinismo. Es más, como si fuera cachondeo, en su vida “real” también fueron abandonados temporalmente en una excursión de buceo. Se ve que es una moda bastante instalada esto del abandonarte en medio de la nada en excursiones de todo tipo.


La pareja de directores trabajó con un experto local en materia de escualos que los llevó a un arrecife donde abundaban tiburones grises y algunos tiburones toro. Y para poder conseguir que los tiburones salieran a flote el director lanzaba atún con sangre en el agua mientras su mujer, la tal Laura Lau, filmaba la escena desde una barca con las piernas colgando. Qué bien. Sin embargo, antes de lanzar a los actores al agua, buzos experimentados permanecieron horas en el agua antes de que los actores entraran en contacto con los tiburones.

Los intérpretes pasaron 120 horas en el agua para rodar la peli (con o sin tiburones) y la actriz (Blanchard Ryan) confirmó en una entrevista que estaba aterrorizada de meterse en el agua rodeada de escualos y que, a ser posible, preferiría rodar en una piscina (ja). Su media naranja en la película (Daniel Travis) pensó que iba a nadar con 2 o 3 tiburones pero cuando llegó a la zona de rodaje había más de 45 y 50 escualos. Aun así, los actores sólo estuvieron realmente con tiburones dos días de rodaje por cuestiones de seguridad y por asuntos económicos ya que en esos dos días se fue la mitad del presupuesto en contratación de expertos. El único accidente de la cinta fue cuando una barracuda mordió la mano de la actriz. Nada grave. Aún así, si uno echa un vistazo al “Behind the scenes” impresiona ver como los actores permanecen en el agua rodeados de nerviosos tiburones por el fiambre.



Por último, no hace falta decir que por ejemplo en el 2003 hubieron 55 ataques de tiburón en todo el mundo, 4 de ellos mortales, y que ese mismo año, y sólo en USA, murieron 44 personas por la caída de un rayo. La probabilidad ridícula de ser asesinado por un tiburón está ahí como también está ahí que por una mierda de sopa estén extinguiendo a este pez que vive en este planeta muchísimo antes que nosotros.

Curiosidades:

Atención a los créditos finales, que hay sorpresa dentro del estómago del tiburón.

La actriz Blanchard Ryan ganó el premio Saturn a mejor actriz en el 2004 por su papel en Open Water. Muy maja, aunque después de la peli y en un periodo de cinco años sólo participó en una película.



La escena de las medusas no estaba contemplada en el guión. De repente apareció un banco de medusas en el rodaje y si no llega a ser por los trajes de neopreno se podría haber montado una escabechina.



Existe una especie de secuela llamada Open Water 2: A la deriva con una idea bastante interesante. Un grupo de jóvenes van en barco por alta mar y deciden darse un chapuzón pero ninguno de ellos ha caído en la cuenta de que antes de lanzarse al agua hubiera sido ideal haber bajado la escalerilla que les permitiera volver a subir a cubierta. Muy bueno (¿).



Los directores de la película no han querido revelar la ubicación exacta donde se rodó la cinta para no perjudicar el turismo de la zona. Transmitir la sensación de que “si vas allí, esto es lo que te va a pasar” no era lo correcto.

Los actores estaban atados a la barca de filmación mediante hilo de pescar ya que las corrientes del mar los desplazaban de su posición.

El misterio de la muerte de los Lonergan (hecho real que inspiró a Open Water)



En 1998, el matrimonio norteamericano Tom (33 años) y Eileen Lonergan (28 años) contratan una sesión de buceo en los arrecifes de la Gran Barrera de Coral de Australia pero por causas inexplicables fueron olvidados en alta mar. Son diversas las hipótesis que explican el porqué de los Lonergan quedaron abandonados a su suerte en el océano pero la teoría que cobra más fuerza es que la pareja saltó al mar antes del recuento inicial. En ese instante, el capitán del barco Geoffrey Nairn pensó que sólo llevaba 24 turistas en vez de 26, que era la cifra real.

Dos días más tarde de la desaparición de los Lonergan, el capitán encuentra los enseres personales y la documentación de los Lonergan en el barco. Rápidamente llama al hotel donde se alojaba la pareja y desde allí le comunican que hace dos días que estos huéspedes no han pasado por el hotel y que sus maletas siguen en la habitación. A partir de ese aviso, se origina una infructífera búsqueda de cinco días por el océano. Nunca los encontraron. Se sospecha que se ahogaron o que murieron devorados por los tiburones o las dos cosas por ese orden.

Al ver el grado de impotencia por hallar los cuerpos y la gran repercusión social y económica que tuvo el caso, se barajó la posibilidad de que se hubieran suicidado ya que en el diario del marido se encontraron citas escritas que explicaban que estaba deprimido y que deseaba una muerte rápida. La familia de los Lonergan afirmaron que se sacaron de contexto estos escritos y que el matrimonio era católico y ya se sabe que el suicidio no sienta muy bien a los fieles de esa religión. El sargento del caso comentó que si querían una muerte rápida, el estar abandonados en el mar, rodeados de tiburones, con deshidratación y ahogándose lentamente no era una forma de morir indolora.

También se barajó la posibilidad de que fueran rescatados por un desconocido buque ya que existían testigos que afirmaban que vieron al matrimonio entrar en una librería en Port Douglas y hasta fueron vistos en un hotel, pero ante todos estos rumores sus cuentas bancarias permanecieron intactas desde el suceso. A día de hoy, hay gente que ve los fallecidos del Titanic, lo que demuestra que a veces falla el subconsciente humano.



Unas semanas más tarde y a 100 km de su última ubicación, llegaron a la playa los chalecos de los Lonergan arrastrados por la corriente. No tenían marcas de muerte violenta y la teoría que prevalece es que con la deshidratación, el sol y el vaivén de la marea se hubieran quitado los pesados equipos en pleno delirio, sentenciando así su triste final.

Sin embargo lo más estremecedor es que seis meses después se encontró una especie de pizarra de piel con las que se comunican los buceadores y ésta estaba escrita por el marido de la pareja, Tom Lonergan. La pizarra decía: 26 de enero de 1998 (día posterior de ser abandonados) 8 A.M Para cualquier persona que nos pueda ayudar… se nos ha abandonado en los arrecifes. Por favor vengan a rescatarnos antes de morir. Ayuda!



Esta nueva pista descartaba el suicidio. Muchos australianos creen que fueron engullidos por tiburones ya que los ataques de escualos por la zona no son poco probables. En 2004, un tiburón blanco mató al surfista Bradley Smith.

El capitán Geoffrey Nairn fue acusado de homicidio involuntario pero no pisó la cárcel. Su castigo fue una multa ejemplar que le obligó a vender su negocio para poder afrontar dicha sanción. Cinco años después del suceso, la película Open Water abrió las heridas de este caso.


Why can't we be friends
Buscando información por la Web, la verdad que asusta con la facilidad en la que suelen ocurrir estos casos:


  • En 2011, El norteamericano Ian Cole fue abandonado por su barco en la costa de Australia y en aguas infestadas de tiburones. “Levanté la cabeza y vi que el barco se había ido”. A punto de ahogarse pudo pedir auxilio a otra embarcación que pasaba por la zona. El responsable fue despedido y a Ian Cole le devolvieron el dinero y le regalaron un bono para el restaurante (¿).






  • En 2013, Lexa y Jack Mendenhall fueron a Tailandia a celebrar su primer aniversario de casados y contrataron una inmersión. Sin embargo también fueron abandonados junto a dos instructores por el capitán del barco. Se ve que el capitán notó problemas mecánicos en el barco y no se le ocurrió mejor idea que irse a tierra firme sin los pasajeros. Llegó la noche y los Mendenhall seguían en el agua notando bajo sus pies como correteaban unos alegres escualos mientras el oleaje se hacía cada vez más violento. Aterrorizados en la noche pudieron alcanzar otro barco que pasaba por la zona.





       Un abrazo veraniego.

10 comentarios:

Adolfo dijo...

Por cosas como las que cuentas es por lo que solo me baño donde haga pie y vea el fondo meridianamente claro. En Asturias nunca me preocupó el darme con un escualo, más que nada porque con el frío del Cantábrico los tiburones vendrían helaos, pero en Salou me crucé con un bicho de tamaño "hostil" y salí dando patas para la arena. Que igual era un bocarte, una sardineta o un submarinista keniata, pero yo vi algo negro nadando cerca y Spielberg hace muchos años que jodió mi mente con Tiburón.

Y luego están los putos lagos. Estando en Irlanda de monitor de unos chavales, de los 30 que tengo van y se me tiran 5 a cruzar un lago nadando. Cuando los vi pensé que se iban a ahogar fijo. Me imaginé a mi mismo en una cárcel irlandesa compartiendo trono con Paul McCanas "el rompeojetes". Hijos de perra de niños. Un lago negro que no se veía nada. Que podía haber tiburones, monstruos mitológicos, osos polares o unicornios (que no son mitológicos porque yo los he visto cuando salía de farra), porque no se veía un pijo, y yo nado como las vacas o peor. Menos mal que llegaron todos al otro lado. No me metía ahí ni por todo el dinero del mundo.

El agua pa los peces.

Edu Wallace dijo...

Jajaja Ser monitor es una profesión de riesgo. Claro, si se te queda un niño tieso en mitad del lago, tú como profesional debes lanzarte a por él a lo Mitch Bukanan pero en versión embalse. Ya te veo salvando vidas y coronándote como héroe local.

Hace poco hicieron un reportaje de mi adorado Friker Jímenez donde demostraban que había tiburones en cualquier lado y que ellos saben que estamos por ahí gracias a sus sentidos pero que no les interesamos como fiambre (por ahora). Algo muy alentador dado lo cercano que tenemos las vacaciones.

Yo soy como tú, soy más de tierra, me siento menos vulnerable. Cuando era más joven (qué bien queda eso) me echaba unos chapuzones en un embalse del río Ebro donde había unos siluros de más de 1,5 m y aunque son carnívoros es impensable que ataquen a personas porque tienen la dentadura casi en la garganta. Eso sí, en el interior de este pez respecto a tamaño puedes construirte un loft. Un chapuzón para mí era lanzarme al agua desde una roca delante del sector femenino y subir cagando leches, para aclarar. Ahora esto... ni por asomo. No tocar suelo en un pantano y que por debajo te vayan tocando cosillas, no es lo mío. Buen verano Adolfo!

Bad Boy dijo...

Yo debo ser el raro pero en estas películas siempre quiero que gane el tiburón. Influye que sea probablemente mi animal marino favorito (Hasta que encontremos un Megalodon XD).

Edu Wallace dijo...

Jaja, a mí me fascinan más los calamares gigantes. Ahí están en esas profundidades donde la oscuridad se hace patente y la presión es inaccesible para el ser humano. Con un chorrazo de tinta del cefalópodo tienen para imprimir periódicos todo el año XD.

El tiburón siempre gana porque en las pelis antes de morir ya se ha llevado a sus fauces un promedio de 5 a 10 personas. Bien por el eescualo! Un saludo Bad Boy!

Mamen dijo...

Vaya tela con esas parejas ahí abandonadas y rodeados de Tiburones. ¡Qué miedo! No quisiera encontrame yo con un escualo en la playa. Fíjate que donde yo he pasado mis veranos en la infancia y parte de la juevetud, era una playa del mar menor, vamos... que para hacer pie tienes que irte bien lejos de la orilla para que cubra algo! Pues bien, hace unos años unos niños que estaban unos metros alejados de la orilla vieron un tiburón pequeño. El pánico se hizo entre los bañitas que salieron corriendo del agua como en la peli de Spielberg, jajaja. Fue todo un espectáculo.

Edu Wallace dijo...

Esas playas molan mucho, pero a la que te das cuenta tienes la toalla a 20 km y te has ido sin querer a la playa de al lado. Quiero ir a una playa de éstas...

Jaja es normal la reacción de los bañistas, yo también hubiera salido disparado del agua. Yo veo algo como una medusa y mi masculinidad se pierde en cada botecillo que hago para salir del agua. Buen verano Éowyn!

Mamen dijo...

Cuando vayas a una playa de esas, me cuentas qué tal son. :D
Jajajaja, tu masculinidad se pierde por eso? Ay! Qué bueno!
Feliz verano, Edu!

Edu Wallace dijo...

Ya te contaré ;). Mi masculinidad es un rasgo efímero según la situación pero prefiero no hacer hincapié en este tema porque muchos amigos de este blog son machos ibéricos consagrados. Hasta luego!

shark-rpg dijo...

Hola Edu! Leí esta excelente entrada hace tiempo,pero como es ahora cuando me viene bien comentar...Bueno,decirte que no te puedes fiar de nadie,no es tan raro que haya gente que intente abandonar a submarinistas/turistas despistados/confiados.
Lo que sí puedo añadir es que el año pasado estuve en Filipinas,y la única playa que pisé era una de esas donde tienes que alejarte muuuucho para no tocar pie.Eso sí,en Filipinas lo que es peligroso son los ríos;allí llueve muchísimo y las aguas de los ríos son turbias,y aunque no se ve nada,suelen esconder sorpresas en forma de cocodrilos marinos bastante grandes.Cuando estuve allí,en las noticias mostraron uno de "sólo" 5 metros,pero a veces llegan a los siete.
Nos leemos,aunque sea de vez en cuando,pero nos leemos :)

Edu Wallace dijo...

Madre mía, que bestias. Encima seguramente con una subida del nivel del agua, una inundación, deben quedar esas bestias al descubierto. Hace poco vi el cocodrilo de agua salada más grande encontrado y justamente fue cercado en Filipinas. Osea que te creo, te creo XD. Espero que no te acerques muchos a estos reptiles aunque son bonitos pero letales.

Bueno amigo, gracias por pasarte por aquí y nos seguiremos leyendo!